Ahora comienza el verdadero entrenamiento, y Violet no sabe cómo logrará superarlo. No solo porque es brutal y agotador o porque está diseñado para llevar al límite el umbral del dolor de los jinetes, sino porque el nuevo vicecomandante está empeñado en demostrarle lo débil que es, a menos que traicione al hombre al que ama. La voluntad de sobrevivir no será suficiente este año, porque Violet conoce el secreto que se oculta entre los muros del colegio, y nada, ni siquiera el fuego de dragón, será suficiente para salvarlos.
Opinión personal(sin spoilers)
Aunque el extenso número de páginas de Alas de hierro puede llegar a intimidar muchísimo, la historia que se cuenta en ellas es de todo menos aburrida. A lo largo de la primera parte de la novela, Rebecca Yarros extiende ese universo que ya comenzaba a pincelar en Alas de sangre, de hecho, solo en los primeros capítulos parece haber más construcción del mundo que en todo el libro anterior. El sistema de magia también gana algo más de relevancia, pero su desarrollo no queda del todo claro.
Debido a esa ampliación de la ambientación, la lectura del primer tercio de este libro puede hacerse algo lenta. Sin embargo, la tensión y el nerviosismo que provocaba la acción en Alas de sangre no se pierde en esta secuela. En todo momento están sucediendo cosas que mantienen al lector pegado a las páginas, además se revela nueva información demasiado jugosa como para perder el interés en la trama, por lo que el enganche está asegurado. La narración sigue siendo trepidante, sobre todo de cara a la segunda mitad de la historia, y eso ameniza mucho la lectura.
En cuanto a los personajes, Violet en ningún momento pierde esa fuerza interior, y el hecho de que sus flaquezas estén siempre presentes la convierten en una protagonista creíble, aunque en algunas ocasiones tenga actitudes cuestionables. Xaden es un personaje que enamora y esto no cambia en este libro. Los secundarios no tienen mucha profundidad, aunque hay nuevos personajes que aumentan la tensión de la trama en gran medida. Pero, sin lugar a dudas, los dragones siguen siendo lo mejor.
El romance, por otro lado, es lo que más puede llegar a desconcertar de este libro. Es innegable que la química y la dinámica entre Violet y Xaden es cautivadora, algo que bien demostraron en Alas de sangre, pero en este segundo libro su relación adquiere un drama innecesario que, en ocasiones, puede llegar a hacerse un tanto pesado. No obstante, también hay muchos momentos impactantes que consiguen dejar al lector con una sonrisa bobalicona en la cara.