El arte de ahogarse de Ava Reid es de esas novelas que necesitan algo de paciencia y atención para poder disfrutarlas de pleno. La historia que se esconde tras sus páginas se va desgranando con un ritmo pausado y por este motivo puede llegar a sentirse algo lenta en determinados momentos. No obstante, la tensión que desprende la trama es más que suficiente para mantener el interés del lector en todo momento.
Este libro sigue a Effy, una joven que se ha tenido que conformar con estudiar arquitectura debido a que la facultad de literatura solo admite a hombres. Cuando la seleccionan para restaurar la decadente mansión de su escritor favorito, y recién fallecido, Effy está convencida de que descubrirá más cosas sobre él; sin embargo, se topa con Preston, un estudiante de literatura empeñado en desenmascarar a su autor preferido. Lo que ambos no saben es no solo deberán enfrentarse a los misterios de la mansión, sino también a sus propios miedos.
Uno de los aspectos que más destaca de la novela es su ambientación. Reid construye un universo con evidentes tintes góticos y escenarios lúgubres que refuerzan ese sentimiento de incertidumbre que empapa la historia, y un claro ejemplo es la mansión Hiraeth, en la que tiene lugar gran parte de la trama. En cierto modo, esta atmósfera un tanto decadente y esa combinación de fantasía y misterio dota a la novela de cierta verosimilitud que favorece la lectura.
Los personajes, por otro lado, no despuntan del mismo modo. Effy es una protagonista interesante que sufre una notable evolución a lo largo de la historia; a través de ella, Ava Reid lanza un mensaje de superación personal y de lucha constante por cumplir los sueños. El resto del elenco carece de ese desarrollo profundo, sin embargo, no resulta un gran pesar, pues lo importante de la historia no son sus personajes, sino su trama. La autora también se permite introducir una pizca de romance y, aunque su presencia en la trama es algo limitada, está bastante bien resuelto.
En definitiva, El arte de ahogarse es un libro que, pese a su ritmo pausado, la riqueza de su ambientación y el mensaje que transmiten sus páginas hacen de esta historia una lectura recomendable para los que buscan una novela oscura y gótica que se mueva entre lo fantástico y lo misterioso de un modo bastante propicio.